martes, 31 de marzo de 2009

Doble discurso

En materia de protección ambiental, las autoridades del municipio de Puebla parecen tener un doble discurso.
Rodolfo Ruiz

Por un lado, la Comisión de Ecología y Medio Ambiente del Cabildo acordó, en su sesión del 24 de abril de 2008, cancelar cualquier licencia de construcción en el área de preservación natural de La Calera que no se hubiera ejecutado y prohibir el otorgamiento de nuevos permisos.
Dicho acuerdo fue votado por unanimidad por los cuatro regidores de esa Comisión integrada por la panista María Isabel Ortiz Mantilla, el perredista Jaime Cid Monjaraz, y los priístas Enrique Chávez Estudillo y Rodolfo Pacheco Pulido.
Sin embargo, en agosto del año pasado la Secretaría de Gestión Urbana y Obra Pública del propio ayuntamiento de Puebla le entregó a la constructora Sadasi un permiso de prefactibilidad para edificar en esa parte del cerro de La Calera, colindante con el Arco Oriente del Periférico, cuatro mil nuevas viviendas, a sabiendas del problema de escasez de agua que existe en esa zona del municipio de Puebla.
El 17 de septiembre de 2008, el Cabildo aprobó por unanimidad de votos fijar un plazo de seis meses a la Secretaría de Gestión Urbana y Obra Pública para elaborar y entregar un plan parcial de desarrollo urbano sobre el único polígono de preservación del patrimonio natural existente en el sector oriente del municipio de Puebla.
En aquella sesión, la presidenta Blanca Alcalá Ruiz explicó a los regidores que desde el inicio de su administración había dado instrucciones para que ese plan se formulara, en aras de encontrar una solución a la problemática y complejidad de la reserva ecológica de La Calera.
En su intervención, la alcaldesa dijo que el plazo de seis meses era adecuado y suficiente.
Han pasado más de seis meses de aquella sesión, sin que hasta la fecha la Secretaría de Gestión Urbana y Obra Pública haya terminado el plan que se le encargó, por lo que éste no ha sido recibido por el Cabildo y mucho menos analizado y discutido por las comisiones unidas de Desarrollo Urbano y de Ecología.
Con esas contradicciones, lo más probable es que el parque metropolitano prometido por la alcaldesa en el Cerro de La Calera termine en una urbe de más de siete mil casas de interés social, en beneficio de especuladores y constructoras como SARE, Sadasi y Alteq, y que el único bosque de encinos que le queda a la ciudad quede reducido a unos cuantos arbolitos que justifiquen el pomposo nombre del complejo habitacional que ahí se construye “Jardines de la Montaña”.

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