lunes, 25 de mayo de 2009

Conexión a Tiempo

Con gran gusto el Municipio de Puebla pone a disposición de la ciudadanía la tecnología digital de manera gratuita, pero sobre a todos a nuestros jóvenes que son los nativos digitales ellos tienen entre 10 y 25 años, utilizan con normalidad todo tipo de tecnologías digitales desde que tienen uso de razón, ellos encuentran muy sencillo filmar un vídeo con el teléfono y publicarlo en YouTube. Gestionan recursos y archivos digitales con tanta naturalidad. Son los propietarios del Internet, la web social basada en conceptos colaboradores, donde la gente comparte todo tipo de recursos y donde la premisa básica es la capacidad para el diálogo. Disponen de acceso a Internet desde que tienen uso de razón. Son los nativos digitales, y aprovechan Internet de manera natural tanto para explorar oportunidades como para construir señales de identidad. Incluso utilizan los blogs de una manera diferente: mientras los inmigrantes los utilizan para compartir conocimientos, los nativos los usan para compartir emociones. Y es que la relación con la información es diferente: los inmigrantes aún quieren guardar en secreto la información “el conocimiento es poder” mientras que a los nativos les encanta compartir y distribuir tanto como sea posible la información que reciben y lo hacen tan rápidamente como pueden “compartir el conocimiento es poder”. Tan solo la información técnica que existe en el mundo se duplica cada dos años, y se prevé que en 2010 se duplique cada 72 horas.
Está pasando algo; algo que no es atribuible tan solo a la tecnología y al auge de Internet. Es algo que tiene raíces sociales, culturales, demográficas, económicas; algo estructurales, que afecta de manera inevitable a las maneras que las personas tienen de relacionarse, de trabajar, de aprender y de participar. Los nuevos ciudadanos basan su conocimiento y su aprendizaje en la colaboración, quien comparte y distribuye información se convierte en un ciudadano valorado por la red. Es útil. Aquel que bloquea la información no es útil y la red lo rechaza. Si la red te rechaza quedas fuera del circuito de información y conocimiento y pierdes valor, competitividad, reutilización y sobre todo probabilidad de sobrevivir. Este indispensable intercambio de conocimientos entre iguales se lleva a cabo en formato digital (fotos, vídeos, webs, blogs, chats, correo electrónico) e Internet es la gran plataforma a través de la cual se articulan las relaciones digitales. En Internet todo el mundo puede dar y recibir todo aquello que esté en formato digital y es, por tanto, en Internet donde se están constituyendo las nuevas comunidades, los nuevos espacios sociales y educadores donde la gente se puede relacionar, desarrollarse y aprender.
El contexto urbano ha sido y es un espacio educativo y socializador. Es el espacio de la escuela, de los amigos, de los vecinos, del juego, del ocio, del trabajo, del asociacionismo de los intereses particulares y de los sociales, de los personales, de los culturales y de los profesionales. Y para los nativos digitales, Internet es exactamente lo mismo: un espacio en el cual las personas se relacionan, aprenden y se desenvuelven. Un espacio de diálogo y de intercambio de experiencias. En este nuevo siglo que acaba de empezar los valores de comunidad y sentimientos de pertenencia se construyen por igual tanto en espacios físicos como en espacios virtuales. Si comunidad es un grupo humano que logra construir identidad, compromiso, participación, intereses comunes, voluntad de influir, sentimiento de pertinencia, relaciones y señales externas de identidad. Ya podemos afirmar que estos ecosistemas también se están desarrollando en la red, en unos espacios que no tienen nada de virtuales, ya que son tan reales como para influir de manera decidida en la educación y la socialización de sus miembros. Ahora hay gente que crece en Internet, estudia en Internet, se enamora en Internet, trabaja en Internet, se divierte en Internet... La condición para pertenecer a un lugar es participar. La evolución de Internet ha derivado hacia una web más participativa, más colaborativa, más social. De la web de las empresas e instituciones a la web de la gente. Los nodos de la red ya no son computadoras sino personas. La gente está construyendo sus propias redes de confianza, de circulación de información, de colaboración: sus comunidades. Cada persona escoge lo que quiere leer, sobre qué temas, y de que fuentes de información. Y cada uno escoge de lo que quiere hablar, con quién, cómo y dónde lo publicará. La información fluye de tal manera que en sí misma, ya no supone ningún poder. Ahora es más interesante participar de una comunidad, de una red, de un conjunto de nodos y, por tanto, de personas, a través de los cuales circula información relevante para la construcción de opinión y la toma de decisiones.
En paralelo, las formas de acceso a la red se han diversificado y simplificado. Y continuarán haciéndolo, las capas menos favorecidas utilizan con normalidad la tecnología y las videoconferencias desde locutorios y cibercafés para comunicarse con aquellos familiares que viven lejos. Algunos teléfonos celulares ya permiten navegar por Internet. Puebla es una de las primeras ciudades con planes para ofrecer cobertura inalámbrica de acceso a Internet en parte de su territorio y un cantidad de novedades que difuminen las barreras técnicas para acceder a la red. La brecha digital puede ir cambiando la de las clases menos favorecidas y con dificultades para acceder a la tecnología a la brecha digital que hará más daño que será la de los desconectados. La de aquellos que no pertenecen a ninguna comunidad en la red. La de aquellos que no se educan en red y la de los que desprecian los señales digitales de identidad digital. Es preocupante el número de personas que ocupan posiciones relevantes tanto en el mundo de la empresa como de la Administración Gubernamental que no están conectadas a ninguna de las nuevas redes digitales de conocimiento y que, por tanto, no son competentes para utilizar la red como un entorno educador y socializador.
La estadística de políticos que abren webs y blogs en periodo electoral para abandonarlos la mañana siguiente de las elecciones es muy alta. Muchos van a Internet solo durante la campaña electoral para hacerse la foto y aparentar comprensión con la cultura digital, pero no valoran o no han entendido que la red es un espacio donde muchos de sus ciudadanos se educan y socializan, un espacio de conversación y participación, implicación y acción. Los espacios digitales son un nuevo espacio público, necesitado de personas y organismos que salvaguarden tanto el interés público como el privado, necesitado de servicios y representantes de la comunidad sensibles con las necesidades de los ciudadanos que ocupan este nuevo espacio urbano. Ausentarse de este espacio público tendría que inhabilitar a todos aquellos que dicen estar al servicio de los ciudadanos, sean políticos, funcionarios o maestros. Los desconectados no son los más indicados para diseñar las soluciones del futuro y la nueva y verdadera brecha digital que marcará las diferencias es la de los responsables –políticos, sociales y empresariales– que se enfrentan a las decisiones de nuestro futuro sin estar conectados.
La llegada de los nativos digitales provoca la transición de la Sociedad de la Información y el Conocimiento a la Sociedad en Red. La información ya no tiene valor porque es muy fácil acceder a ella, en múltiples formatos, con múltiples dispositivos, en cualquier momento, desde cualquier sitio y al alcance de todo el mundo. Lo relevante son las redes, las comunidades, los circuitos desde donde se genera esta información y los circuitos por los que circula y se enriquece. La inteligencia colectiva se construye a partir de las aportaciones hechas desde la individualidad.

«El significado de ‘saber’ ha cambiado de ser capaz de recordar y repetir información a ser capaz de encontrarla y utilizarla»
Herbert Simon (1916 - 2001) Premio Nobel de Economía

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