Augusta Díaz de Rivera, Pablo Rodríguez Regordosa (PAN); Oscar Aguilar González, José Alberto González Morales, Janet González Tostado, Pablo Jiménez Concha, Blanca Estela Jiménez Hernández, Alberto Jiménez Merino, Jorge Alberto Juraidini Rumilla, Juan Carlos Lastrini Quirós, Julieta Octavia Marín Torres, María Isabel Merlo Talavera, Fernando Morales Martínez, Francisco Ramos Montaño, Leobardo Soto Martínez, Ardelio Vargas Fosado (PRI); Juan carlos Natale López (PVEM).
Señoras y señores diputados:
Aunque no esperábamos otra actitud de ustedes, queremos manifestarles directamente nuestra indignación por el sentido que le dieron a su voto para aprobar la “Ley de ingresos y Miscelánea Fiscal 2010”, que entendemos como una posición personal y de ninguna manera como el voto de representantes populares, que no lo son.
Lamentablemente cada uno de ustedes no tiene siquiera capacidad de decisión propia y operan como simples piezas de una maquinaria que está al servicio de una de las oligarquías más voraces e insensibles que han gobernado al país.
Somos ciudadanos atentos a lo que sucede, nos preciamos de estar bien informados, de tener un criterio propio y una actitud crítica ante la dolorosa realidad que presenciamos todos los días en nuestro país. Hemos asistido a las urnas con la renovada esperanza de construir una auténtica república, democrática, con una genuina división de poderes que garantice un estado de derecho hasta ahora inexistente, con impartición de justicia, con elecciones confiables y tribunales electorales imparciales, con medios de comunicación al servicio de la sociedad y no de empresarios multimillonarios, con una distribución más equitativa de la riqueza, con funcionarios honestos convertidos en auténticos servidores públicos, con legisladores sensibles al entorno social e imaginativos en sus propuestas. Hasta ahora todo ha sido en vano: hemos visto caer una a una estas expectativas a las que ahora se suman ustedes, cada uno con un nombre y un apellido.
Cualquier observador inteligente sabe que los poderes a los que ustedes sirven se mantienen en buena medida gracias a la desinformación de la inmensa mayoría de la población. Desinformación estratégicamente cultivada, día con día, por conductores de radio y televisión, algunos de los cuales rayan en la debilidad mental. Sólo el engaño, el ocultamiento y la simulación permiten que ustedes, con los intereses que representan, se mantengan ocupando indignamente las curules que para desgracia del país ocupan.
Sólo los partidos a los que ustedes pertenecen han gobernado el país y, en consecuencia, son los responsables del desastre al que lo han conducido, con un afán pocas veces visto: millones de hambrientos y desempleados; cientos de miles de jóvenes buscando trabajo en los Estados Unidos cada año y cientos de ellos muriendo en el intento; cientos de miles de jóvenes sin oportunidad de estudiar; millones de niños trabajando con sus familias en condiciones de esclavitud, escucharon bien, de esclavitud, en los campos jornaleros; una montaña de cadáveres que cada día crece más debido al desastroso “combate al narcotráfico”; el cierre por incosteable de una compañía de la que sólo sus gobiernos han sido responsables, con el consecuente despido de más de cuarenta mil trabajadores, en fin, un panorama desolador, un escenario dantesco concebido por un inepto aferrado a un poder al que accedió ilegítimamente.
Aunque sabemos que para ustedes todo esto no tiene importancia y que lo considerarán tan son sólo como “una opinión”, queremos decírselos cara a cara, a cada uno, a cada una: Son ustedes la vergüenza del país.
Con nuestro más sincero desprecio:
Señoras y señores diputados:
Aunque no esperábamos otra actitud de ustedes, queremos manifestarles directamente nuestra indignación por el sentido que le dieron a su voto para aprobar la “Ley de ingresos y Miscelánea Fiscal 2010”, que entendemos como una posición personal y de ninguna manera como el voto de representantes populares, que no lo son.
Lamentablemente cada uno de ustedes no tiene siquiera capacidad de decisión propia y operan como simples piezas de una maquinaria que está al servicio de una de las oligarquías más voraces e insensibles que han gobernado al país.
Somos ciudadanos atentos a lo que sucede, nos preciamos de estar bien informados, de tener un criterio propio y una actitud crítica ante la dolorosa realidad que presenciamos todos los días en nuestro país. Hemos asistido a las urnas con la renovada esperanza de construir una auténtica república, democrática, con una genuina división de poderes que garantice un estado de derecho hasta ahora inexistente, con impartición de justicia, con elecciones confiables y tribunales electorales imparciales, con medios de comunicación al servicio de la sociedad y no de empresarios multimillonarios, con una distribución más equitativa de la riqueza, con funcionarios honestos convertidos en auténticos servidores públicos, con legisladores sensibles al entorno social e imaginativos en sus propuestas. Hasta ahora todo ha sido en vano: hemos visto caer una a una estas expectativas a las que ahora se suman ustedes, cada uno con un nombre y un apellido.
Cualquier observador inteligente sabe que los poderes a los que ustedes sirven se mantienen en buena medida gracias a la desinformación de la inmensa mayoría de la población. Desinformación estratégicamente cultivada, día con día, por conductores de radio y televisión, algunos de los cuales rayan en la debilidad mental. Sólo el engaño, el ocultamiento y la simulación permiten que ustedes, con los intereses que representan, se mantengan ocupando indignamente las curules que para desgracia del país ocupan.
Sólo los partidos a los que ustedes pertenecen han gobernado el país y, en consecuencia, son los responsables del desastre al que lo han conducido, con un afán pocas veces visto: millones de hambrientos y desempleados; cientos de miles de jóvenes buscando trabajo en los Estados Unidos cada año y cientos de ellos muriendo en el intento; cientos de miles de jóvenes sin oportunidad de estudiar; millones de niños trabajando con sus familias en condiciones de esclavitud, escucharon bien, de esclavitud, en los campos jornaleros; una montaña de cadáveres que cada día crece más debido al desastroso “combate al narcotráfico”; el cierre por incosteable de una compañía de la que sólo sus gobiernos han sido responsables, con el consecuente despido de más de cuarenta mil trabajadores, en fin, un panorama desolador, un escenario dantesco concebido por un inepto aferrado a un poder al que accedió ilegítimamente.
Aunque sabemos que para ustedes todo esto no tiene importancia y que lo considerarán tan son sólo como “una opinión”, queremos decírselos cara a cara, a cada uno, a cada una: Son ustedes la vergüenza del país.
Con nuestro más sincero desprecio:
No hay comentarios:
Publicar un comentario