TENDAJÓN MIXTO
Algunos saldos del panismo
Jaime Ornelas Delgado
¿A quién representa la senadora Ortuño?
Créame usted, a veces resulta difícil imaginar quién pudo haber votado por la señora María Teresa Ortuño Gurza, senadora del PAN que no de México, cuya respuesta dada los rectores de las universidades públicas y, en particular, al director general del Instituto Politécnico Nacional, quien en representación del sistema tecnológico demandó a los senadores evitar la caída del presupuesto destinado a la educación, fue altanera y fuera de tono, indigna de una legisladora
La senadora respondió insolente a la demanda: “no me vengan con esa demagogia de que nadie puede apretarse el cinturón porque donde quiera hay grasita”. Después de confundir a las instituciones de educación superior públicas con Agustín Carstens, la señora senadora siguió delirando: “no, no, no –comentó– no me vengan a, ¿cómo se dice?, donde lloran ahí está el muerto”. No sabemos qué quiso decir con estos balbuceos la senadora, pero le recordamos que lo único muerto es el modelito defendido por la señora Ortuño, modelo que en su despeñadero pretende arrastrar a la educación superior pública, a la cual Felipe Calderón propuso reducir para el año próximo 6 ml 520 millones de pesos respecto de lo presupuestado en 2009.
Grosera, frívola, vulgar e ignorante de la importancia de la educación superior en cualquier sociedad, y mucho más en la nuestra, tan necesitada de superar el subdesarrollo y sus carencias seculares, la senadora fue calificada por Alonso Lujambio, quien cree ser secretario de Educación Pública, en un acto de abyección tan propio en él, como “gente que prestigia la política”.
Para la insolente senadora, y los panistas en general, la universidad pública, otrora estratégica, ha dejado de ser una crucial pues no visualizan un futuro soberano e independiente y se ha reducido sólo a una cuestión de costo–beneficio del que podrían quedar fuera las ciencias básicas, la investigación científica y el humanismo por “poco rentables”.
Visión clasista y racista la del panismo y sus gobiernos, respecto a la educación pública a la que si pudiera ya la hubiera desaparecido. Y si no lo cree, recuerde la efusiva felicitación de Vicente Fox a una mujer adulta porque no sabía leer ni escribir. Ella si que era feliz, diría Fox, cuyo pensamiento elemental le permitía decir lo que él y los panistas pensaban sin medición intelectual alguna.
Registro histórico del desempleo e informalidad
El desempleo y la subocupación de los trabajadores mexicanos registraron niveles históricos al cierre del tercer trimestre de este año, cuando 2.9 millones de personas fueron arrojadas a la desocupación. Con esto, la tasa de desempleo llegó a 6.2 por ciento de la PEA, esto es, dos puntos porcentuales más que en igual periodo del año anterior. De esta manera, el desempleo creció en términos anualizados en un millón 15 mil 317 personas. Estos datos no incorporan a los más de 44 mil trabajadores de LFC despedidos en octubre después del decreto de extinción de la empresa, por lo que se prevé que el desempleo alcance pronto mayores niveles.
Por su parte, la población subocupada (que no trabaja la jornada completa, sino apenas unas horas), se situó en 3.8 millones de personas (8.1 por ciento de la población total ocupada), lo que significó un crecimiento de 879 mil personas en un año.
Finalmente, el Inegi identificó a un total de 12.4 millones de personas trabajando en la economía informal (empleo precario, mal pagado y sin prestaciones), cifra que representa el 28.2 por ciento de la población ocupada, esto significó un aumento de 536 mil personas incorporadas a la economía subterránea en un año.
En síntesis, entre el desempleo, la subocupación y la informalidad viven, si a eso se le puede llamar vivir, poco más de 19 millones de trabajadores, nada más ni nada menos que el 43 por ciento de la población ocupada.
Cada quien su moral
Ante ciertos acontecimientos, es válido preguntarse lo que han hecho los panistas con la moral pública. Resulta que Carlos Ahumada, conocido delincuente, asistió el sábado pasado al estadio Nou Camp de la ciudad de León, Guanajuato, largamente gobernada por el PAN, a presenciar un juego del equipo de futbol León (del que alguna vez fue dueño).
Aquella noche, cuenta la crónica del diario Record (16/11/2009, p. 39):“Ahumada fue recibido con entusiasmo por los aficionados, y convivió co la porra de “Los de Arriba” quienes le pedían que regrese (no lo que se llevó, por supuesto, sino) al club que una vez fue suyo. El empresario, que se dejó querer por la afición, escuchó con agrado las peticiones de regresar”.
Concluye la reseña periodística: “El argentino que durante el primer tiempo estuvo posando para la foto y dando autógrafos, para la segunda parte bajó a las gradas y festejó con la afición el triunfo del León y prometió volver el próximo sábado”, declaración que condujo el festejo al paroxismo.
Así se las gastan los leoneses, a los que les debe gustar vivir gobernados por el PAN, en un estado donde se fraguó la primera concertacesión entre Carlos Salinas y los panistas y que, además, fue gobernado por Vicente Fox. Con una historia así, ¿qué otro tipo de ciudadano se podría esperar?
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