jueves, 15 de julio de 2010

México es un país que amo, es mi segunda patria, expresó Ernesto Cardenal



Jueves, 15 de julio de 2010
La Jornada de Oriente - Puebla - Cultura


El autor centroamericano recibió de manos del regidor Jaime Cid Monjaraz el documento / Foto Abraham Paredes
PAULA CARRIZOSA
“México es un país que amo y que he amado, que al igual que Nicaragua es mi patria, y Puebla es la ciudad más representativa de éste, mi otro país”, expresó el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, al recibir la tarde ayer en el salón de cabildos el reconocimiento como visitante distinguido.

Puntual y admirado por la arquitectura del Palacio Municipal, el poeta arribó al salón mientras el público lo seguía con la vista. Entre los asistentes estaban los jóvenes que aguardaban el momento para pedir, tímidamente, que el autor de Solentiname, imprimiera su firma en alguno de los libros que conforman su obra.

Así, en una tarde tibia en la que sonaban las campanas de la Catedral, el poeta recibió de manos del regidor Jaime Cid Monjaraz el título que distinguía su presencia en la ciudad.

Y aunque Cardenal se mostró satisfecho por tal reconocimiento, los asistentes y Manuel Reigadas, organizador de las quintas Jornadas de Poesía Latinoamericana que se llevarán a cabo hasta hoy en el teatro Espacio 1900 y que están dedicadas a homenajear al libertador, sabían que el acto estaba destinado a otorgarle una copia de la Cédula Real.

Entonces, el acto protocolario corría el riesgo de tener un tono triste y opaco: la inasistencia de la presidente de Puebla, Blanca Alcalá Ruiz, la “confusión” que hizo otorgarle un premio por otro, la constante equivocación del maestro de ceremonias, quien una y otra vez llamó a Cardenal dramaturgo en vez de poeta, y que severamente fue corregido por los asistentes, quienes al unísono gritaron: “¡poeta, es poeta!”.

Luego, tras la lectura de la biografía del homenajeado, en voz del regidor Gerardo Mejía, Cardenal se levantó de su silla, caminó hacia el micrófono y empezó con su esperado discurso.

“Qué gran honor estar en el honorable ayuntamiento de esta ciudad, qué gran honor recibir ésta Cédula Real que el emperador Carlos V dio a Puebla”, comenzó diciendo y bastaron esas palabras, para que consigo, entrara un poco del sol de Nicaragua.

“Soy una persona privilegiada y ahora lo soy más, por el honor de ser invitado de México, un país al que amo y amaré siempre, pues es mi segunda patria”, expresó, y de vez en vez, despegaba una mano del estrado y la dirigía hacia el público.

Manifestó además que, “recientemente en el New York Times leí que México tiene la intención de que su comida sea considerada como parte del patrimonio mundial, que protege la Unesco. Yo ayudaré en esa gestión”, aseguró.

Entonces recordó que desde su llegada al país conoció y disfrutó de la gastronomía mexicana, y “supo que en Puebla se hacía el verdadero mole”.

Expresó, además, que México es patrimonio de la humanidad, y que Puebla es la ciudad más representativa de esa riqueza. “Su artesanía, su cultura tan española y tan india, tan mexicana. ¡Puebla, por eso es testimonio de la humanidad y muchas gracias!”, expresó con gran entusiasmo, alejándose del micrófono y expresándose como sólo saben hacerlo los poetas: en frases que hacen música y hacen un canto.

Y antes de que se anunciara el término de la reunión, Cardenal ofreció un poema largo y profundo al que llamó Tata Vasco: “Por si no lo sabes / la isla utópica de Tomás Moro / era Cuba”, comenzó y explicó que lo versos estaban dedicados a Vasco de Quiroga, el enviado español que llegó a México por mandato de Carlos V.

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